Las personas que fuman o con alguna enfermedad crónica corren mayor riesgo.
Cuando se infecta el hueso, a menudo se inflama la médula ósea. El tejido inflamado presiona contra la pared exterior del hueso y los vasos sanguíneos de la médula pueden comprimirse y reducir o interrumpir el suministro de sangre al hueso.
La infección puede también avanzar por fuera del hueso y formar acumulaciones de pus (abscesos) en los tejidos blandos cercanos como el músculo.
La osteomielitis es causada por infecciones bacterianas en la sangre que se propagan al hueso. En bebés y niños suele afectar a los huesos largos, como el fémur o el húmero. En los adultos, la osteomielitis aparece a menudo en las vértebras de la columna.
La infección puede deberse a una lesión traumática, por ejemplo: una fractura, por objetos contaminados (inyecciones con jeringas no esterilizadas), un procedimiento quirúrgico o el uso de una prótesis.
Las personas cuyo sistema inmunológico es débil son más propensas a desarrollar osteomielitis. Esto incluye: personas que padecen la enfermedad de células falciformes, el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o quienes reciben radioterapia o medicamentos como quimioterapia o esteroides.
La osteomielitis se puede manifestar de forma repentina mediante:
En el caso de la osteomielitis crónica, se puede presentar:
En ocasiones este tipo de infección pasa inadvertida durante mucho tiempo, ya que puede no producir síntomas en meses, por lo que se recomienda realizarse periódicamente chequeos de rutina y acudir al médico ante cualquier malestar.
La osteomielitis puede detectarse a través de diferentes procedimientos:
El tratamiento está encaminado a aliviar la infección y a prevenir las complicaciones que puedan presentarse, este puede llevarse a cabo a través de medicamentos (antibióticos), o bien, en caso de que el padecimiento haya avanzado, posiblemente se requiera cirugía.
Cuando la osteomielitis no es detectada a tiempo pueden presentarse complicaciones, como:
La mejor manera de prevenir la osteomielitis es no fumar, realizar ejercicio y acudir al médico periódicamente para realizarse chequeos de rutina. De esta manera se puede evitar que la enfermedad transcurra silenciosamente y evitar futuras complicaciones.