Lo que tienes que saber sobre los antibióticos

Los antibióticos son medicamentos fundamentales en el campo de la salud que son utilizados para combatir infecciones causadas por bacterias.

Los antibióticos han revolucionado la medicina y han sido clave en el tratamiento de diversas enfermedades infecciosas. Son sustancias químicas que inhiben el crecimiento o destruyen bacterias, microorganismos causantes de numerosas infecciones en humanos, animales y plantas. 

Su mecanismo de acción puede variar, pero generalmente se centra en interferir con procesos esenciales para la vida bacteriana. Algunos antibióticos actúan impidiendo la síntesis de la pared celular bacteriana, lo que resulta en la fragilidad y ruptura de las bacterias. Otros afectan la síntesis de proteínas o el metabolismo, debilitando o matando a las bacterias.

Regularmente, las bacterias invasoras son destruidas por las células de la sangre (glóbulos blancos) y por diversas acciones del sistema inmune. Sin embargo, puede haber demasiadas bacterias y el sistema resulta incapaz de contrarrestarlas, o tal vez, la persona tiene una baja resistencia a la infección. En estas ocasiones es necesario recurrir a los antibióticos para restablecer el balance.

¿Qué son los antibióticos?

Los antibióticos son medicamentos que se emplean en el tratamiento de infecciones. Algunas de estas sustancias son totalmente artificiales, pero otras se producen desde organismos vivientes tales como:

  • Bacterias
  • Hongos

Estos medicamentos tienen el poder para destruir o controlar el crecimiento de organismos infecciosos en el cuerpo. Desgraciadamente, cada vez son más las bacterias que se hacen resistentes a estas sustancias, esto se debe en gran medida al uso excesivo de estos medicamentos.

Al tener contacto con las bacterias, los antibióticos ocasionan un cambio en su capacidad de reproducción. Las pruebas de la acción de un antibiótico en el laboratorio, muestran la cantidad de exposición necesaria para frenar su reproducción o para matarlas.

Tipos de bacterias

  • Sensibles: Estas bacterias mueren al consumir un antibiótico.
  • Resistentes: Este tipo de bacterias no se ven afectadas por los antibióticos.

Cuando una bacteria sensible muere, es más fácil que una bacteria resistente crezca y se multiplique. Las enfermedades causadas por bacterias resistentes pueden ser graves, ya que son más difíciles de tratar. Generalmente en estos casos, los antibióticos que se utilizan son intravenosos.

El antibiótico debe ser lo más tóxico posible contra el microorganismo infectante, así como lo más seguro para las células humanas, es decir, que estén hechos para provocar una toxicidad selectiva. 

Producir este tipo de sustancias es relativamente sencillo, ya que las bacterias y los hongos son muy diferentes a las células humanas. Por el contrario, producir un medicamento que destruya un virus sin perjudicar a las células humanas infectadas es muy difícil, porque los virus pierden su identidad dentro de ésta y además reprograma a la célula para que produzca partículas del propio virus.

Prescripción

Es importante aclarar que los antibióticos no funcionan contra los virus, por lo que se debe dejar que las infecciones de tipo viral sigan su curso. Si se toma un antibiótico para una enfermedad causada por un virus puede complicarla, ya que puede ocultar algunos síntomas y así evitar que el médico proporcione el tratamiento adecuado.

Los antibióticos se deben prescribir por un médico y solamente cuando existen evidencias clínicas de que el malestar es ocasionado por bacterias. Algunas de las infecciones más comunes se presentan en:

  • La garganta
  • El oído
  • Las vías urinarias 
  • La nariz (sinusitis) 
  • Las vías respiratorias
  • El estómago (por alimentos)

Para prescribir el antibiótico correcto, el médico puede basarse en una suposición sobre el agente que consideran responsable del proceso. En muchas ocasiones, es necesario realizar pruebas de cultivo o un antibiograma (obtiene la sensibilidad del microorganismo) en el laboratorio, que identifiquen la bacteria responsable de la infección. No obstante, la prescripción del antibiótico no es sencilla, ya que las sensibilidades que se detectan en el laboratorio, no siempre corresponden a las que se presentan en el paciente infectado.

Además, es importante tomar en cuenta la sensibilidad de los microorganismos, la gravedad de la enfermedad, la toxicidad, los antecedentes de alergia en el paciente y el costo. En infecciones graves, se pueden combinar.

Administración

La vía de administración puede ser:

  • Local: Su aplicación es en un área local como la piel, los ojos o sobre la membrana mucosa. Los antibióticos locales tienen varias presentaciones: polvos, ungüentos o cremas.
  • Oral: El antibiótico se libera en el intestino delgado para ser absorbido por la corriente sanguínea. Pueden ser tabletas, líquidos o cápsulas. También existen pastillas que se disuelven en la boca y en donde la sustancia se absorbe mediante la membrana mucosa. 
  • Parenteral: En este tipo de medicamentos, las aplicaciones se realizan fuera del intestino, en forma de inyección, puede ser subcutánea (debajo de la piel, intramuscular (en el músculo) o intravenosa (en la vena). Este tipo de aplicación se utiliza cuando el médico requiere de una concentración fuerte y rápida del antibiótico en la corriente sanguínea.

Efectos nocivos

Algunos antibióticos pueden ocasionar efectos secundarios, tales como:

  • Alergia: En personas predispuestas pueden producir erupciones en la piel y otras manifestaciones de alergia como: fiebre, artritis e incluso complicaciones graves.
  • Disbiosis: Puede producir dolor, así como picor en la boca y lengua diarrea, entre otros síntomas. Esto se debe a que se eliminan tanto bacterias malas como buenas del tubo digestivo.
  • Sobrecrecimientos: Algunos eliminan un tipo de bacterias, pero propician el crecimiento de otras.
  • Resistencias: Las bacterias tienen la capacidad de hacerse resistentes rápidamente a los antibióticos. La administración continua favorece a la resistencia de las bacterias.
  • Toxicidad: Pueden dañar órganos como los riñones, el hígado y el sistema nervioso, así como producir todo tipo de alteraciones en los glóbulos de la sangre.

Por estas razones es importante acudir con su médico regularmente y no automedicarse.

Recomendaciones

El antibiótico y las bacterias se relacionan mediante la antibiosis, es decir, cuando una bacteria provoca alguna infección en el ser humano, le ocasiona daños, después el organismo responde ante este ataque y destruye las bacterias infecciosas. 

Cuando el organismo no logra controlar la antibiosis a su favor, se recurre a los antibióticos para desequilibrar la balanza.

La resistencia se puede combatir si se toma:

  • La cantidad correcta del antibiótico.
  • Cada dosis a la hora indicada.
  • El tratamiento completo, aún cuando ya se sienta mejor.
  • Y sobre todo, no compartir nunca los antibióticos, así como tirar a la basura los que hayan caducado.

Si no se cumplen estos pasos al pie de la letra, las bacterias pueden endurecer su pared celular o mutar y así repeler los antibióticos.

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