Es uno de los métodos más utilizados para tratar el cáncer.
Consiste en la emisión de radiación para eliminar las células cancerosas o reducir los tumores. Los tratamientos de radioterapia son planeados en forma individual, mediante protocolos que comprueben ser eficaces para cada caso. De esta manera se define la dosis, número de sesiones y duración del tratamiento.
La radioterapia es un método que ataca un área específica, por lo que su efecto es menos invasivo. Además, en etapas tempranas, evita el crecimiento del tumor, disminuye su tamaño y puede eliminar un gran número de células cancerosas. Se puede emplear sola o en combinación con otros tratamientos, como la quimioterapia.
Durante y después de las sesiones el paciente no sentirá ningún dolor, ni otras sensaciones. Además, el avance de la tecnología ha permitido que el tiempo de cada sesión haya disminuido (aproximadamente 15 minutos).
Los efectos secundarios, también se han reducido. No obstante, después de varias sesiones y dependiendo la zona que se esté radiando pueden aparecer algunos síntomas, como fatiga, cansancio, cambios en la piel, náuseas, vómito o pérdida de apetito, los cuales tienden a desaparecer un mes después de finalizado el tratamiento.
Los efectos secundarios dependen de la región que se reciba la radiación:
Cráneo:
Cara y cavidad oral:
Mama:
Tórax:
Abdomen:
Pelvis:
Extremidades:
Es importante mantener informado a su médico ante cualquier malestar que sufra.
Existen recomendaciones generales para todos los pacientes, como:
Sin embargo, el médico hará recomendaciones específicas para cada tratamiento de radioterapia, de acuerdo con los órganos que se tratan. Asimismo, la información y el apoyo psicológico pueden ayudar a comprender el proceso y mejorar la calidad de vida.