Se trata de un trastorno ocasionado por el exceso de calor en el cuerpo, generalmente como consecuencia de la exposición prolongada a altas temperaturas. Este padecimiento es más frecuente en los meses de primavera y verano.
El organismo humano funciona a unos 37 grados de temperatura y es bastante sensible a las variaciones de las temperaturas externas, sobre todo las calurosas. Para ello, dispone de mecanismos que regulan su temperatura, como el sudor, que distribuyen el calor mediante la sangre y lo expulsan hacia el exterior. Cuando se presenta un caso de golpe de calor todos estos mecanismos dejan de funcionar: sube la temperatura corporal y se comienzan a perder abundantes líquidos corporales.
Este trastorno requiere tratamiento urgente, que evite daños al cerebro, corazón, riñones y músculos, así como riesgos de sufrir complicaciones graves o la muerte.
Víctimas
Para que se genere este padecimiento la temperatura debe ser alta, la cual puede variar según la fragilidad de cada individuo; en ciertas ocasiones sus efectos pueden observarse durante los tres primeros días y hasta una semana después del mismo. Es más probable que las personas lo padezcan durante el inicio del verano, debido a que el cuerpo aún no se ha aclimatado al calor de la zona.
Se puede presentar de forma inesperada. Las personas más vulnerables son los menores de seis años y los mayores de 65 años de edad. En ambos casos sus mecanismos de regulación de temperatura corporal no funcionan adecuadamente, sudan menos y soportan difícilmente el calor.
Los turistas son más vulnerables, ya que viajan de áreas geográficas frías a otras más cálidas en ciertas épocas del año; por consiguiente son más sensibles al cambio de temperatura cuando salen del rango al que están acostumbrados.
Los principales síntomas, son:
- Aumento importante de la temperatura corporal (40ºC o más)
- Piel enrojecida, caliente y sin sudor
- Aumento de la frecuencia cardiaca
- Dolor de cabeza punzante
- Pérdida de conocimiento
¿Qué hacer?
Actuar con celeridad es clave para ayudar a la persona que lo sufre, de lo contrario, puede sufrir secuelas a nivel neurológico. Se debe avisar de manera inmediata a los servicios sanitarios y, enseguida, enfriar a la persona apartarla del sol, situarla en un lugar fresco y mojarla con agua fría para bajarle la temperatura. Una vez en el hospital, el tratamiento consiste en estabilizar la temperatura corporal e hidratar a la persona.
En casa
Para controlar la temperatura durante las horas de sol, se deben bajar las persianas de las ventanas y durante la noche abrirlas para refrescar la casa. Se aconseja permanecer en las habitaciones más frescas y recurrir a algún tipo de climatización.
En la calle
Evitar el sol directo, cubrirse la cabeza con gorras y sombreros, caminar por la sombra, y descansar en lugares frescos. Es importante llevar agua y beber a menudo, la ropa debe ser ligera, de color claro y holgada.
De viaje
Es crucial evitar desplazarse durante las horas en las que el sol está en su máximo estado.
En el botiquín
Los medicamentos deben guardarse en un lugar fresco y evitar la exposición directa al sol. El calor puede afectar su calidad y provocar alteraciones en sus propiedades. Para asegurar su estabilidad y efectividad, hay algunos medicamentos que exigen refrigeración.
Recomendaciones
- Alejarse del sol y refrescarse a menudo con duchas frecuentes.
- Permanecer el mayor tiempo posible en lugares frescos, a la sombra y climatizados.
- Beber abundante agua, incluso sin tener sed.
- Evitar las comidas muy calientes.
- Evitar realizar esfuerzos físicos y actividades muy intensas en las horas de más calor.
- Usar ropa clara, ligera y de algodón.