El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) ataca a ciertas células del sistema inmunitario denominadas CD4, que son las que ayudan a combatir infecciones y cuidar el sistema inmunológico.
Algunos factores de riesgo son:
- Tener relaciones sexuales vaginales o anales sin usar preservativo.
- Tener alguna otra enfermedad de transmisión sexual como herpes, sífilis, gonorrea o clamidia.
- Compartir agujas, jeringas u otro material que esté contaminado.
- Los bebés de madres que padecen la enfermedad la pueden contraer antes o después del parto o a través de la lactancia materna.
¿Cómo se transmite el VIH?
El virus de inmunodeficiencia humana se transmite a través del intercambio de líquidos corporales (sangre, semen, secreciones vaginales o leche materna) de la persona infectada. Por otro lado, no se transmite por medio de la saliva, ni por contactos cotidianos como dar la mano, abrazarse o besarse. De igual forma, no se contagia por compartir alimentos.
Síntomas
Los síntomas dependen de la etapa en la que se encuentre la infección. En la primera etapa se pueden presentar síntomas como:
- Fiebre
- Dolor de cabeza
- Erupciones cutáneas
- Dolor de garganta
- Fatiga
- Escalofríos
- Dolor muscular
Estos síntomas pueden desaparecer y aparecer en un transcurso de 2 a 4 semanas.
En la segunda etapa el virus se multiplica, pero a niveles muy bajos. Sin embargo, el paciente puede aún no presentar síntomas. A esta etapa se le conoce como infección crónica del VIH y puede llegar a permanecer así de 10 a 15 años.
Si no se recibe un tratamiento adecuado, el virus podría convertirse en SIDA, que es la tercera etapa y la más peligrosa. El paciente puede presentar:
- Aftas bucales
- Dolor de cabeza y garganta
- Enfermedad inflamatoria pélvica (EIP)
- Cansancio
- Mareos
- Pérdida de peso repentina
- Formación de hematomas con mayor frecuencia
- Diarrea
- Fiebre
- Episodios de tos seca
- Adormecimiento de manos y pies
- Sensación de falta de aire
- Erupciones en la piel
- Sangrado de nariz, boca, ano y vagina
- Glándulas inflamadas de la garganta
- Infecciones graves por hongos o bacterias
Diagnóstico
Para diagnosticar a una persona con VIH existen tres tipos de pruebas:
- Prueba de anticuerpos: Consiste en buscar la presencia de anticuerpos contra VIH en la sangre, saliva u orina.
- Prueba de anticuerpos y antígenos: Detectan parte del virus del VIH (antígeno) y las proteínas que produce el cuerpo para combatir la enfermedad (anticuerpos).
- Prueba de ácido nucleico (NAT): Detecta el VIH en una muestra de sangre. Este tipo de prueba se utiliza en personas que han estado expuestas al virus recientemente (de 10 a 33 días), presentan síntomas de la primera etapa de la infección y dan negativo en una prueba de anticuerpos o antígenos.
Tratamiento
Actualmente no existe una cura para el VIH, por lo que el tratamiento consiste en controlar el la enfermedad antes de que se convierta en SIDA mediante la terapia antirretroviral (TAR), que es la combinación de dos o más medicamentos que combaten la infección y ayudan a que no se propaguen. Asimismo es importante llevar un estilo de vida saludable y acudir con el médico de manera regular.
Profilaxis Pre Exposición (PrEP) y Profilaxis Post Exposición (PEP)
La Profilaxis Pre Exposición (PrEP) es para personas que aún no tienen VIH, pero que están en riesgo de contraerlo. Consiste en la ingesta diaria de un medicamento (Emtricitabina/Tenofovir) que ayuda a generar una protección en el organismo. La OMS señala que su efectividad puede ser superior al 94 % si se toma adecuadamente. Puede causar algunos efectos secundarios como mareos, dolor de cabeza, alucinaciones, náuseas o vómitos.
La Profilaxis Post Exposición (PEP) es para personas que posiblemente hayan estado expuestas al virus del VIH. Debe iniciarse dentro de las primeras 72 horas después de la posible exposición; sin embargo; solo se usa en casos de emergencia y no en personas que pueden estar expuestas al virus con frecuencia, por lo que la PEP no sustituye el uso regular de métodos anticonceptivos (condón masculino o femenino).
Es importante destacar que el diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado pueden ayudar a las personas con VIH a llevar vidas más saludables y prevenir la progresión al SIDA. Además, practicar el sexo seguro y evitar el intercambio de agujas son medidas importantes para prevenir su transmisión.