Se presenta con mayor frecuencia en jóvenes entre 10 y 30 años.
Cuando el apéndice se obstruye (generalmente por materia fecal) se desencadena un proceso en el que se inflama y se infecta, a esto se le llama apendicitis.
Si la inflamación persiste y no es tratada adecuadamente, el apéndice puede llegar a perforarse. La perforación esparce el contenido intestinal cargado de bacterias por el abdomen provocando una peritonitis, que puede conducir a una infección con riesgo de muerte. En la mayoría de los casos se recurre a la cirugía para extirparlo.
Pocas personas con apendicitis aguda presentan todos los síntomas:
Es común que al utilizar algún analgésico para aliviar el dolor se escondan temporalmente los síntomas de la apendicitis, retrasando el diagnóstico. Un análisis de sangre es de utilidad, ya que puede determinar un incremento de los glóbulos blancos en respuesta a la infección.
El tratamiento de una apendicitis es 100% quirúrgico para evitar la perforación del apéndice, la formación de abscesos o una peritonitis. La cirugía se hace a través de una incisión en el abdomen inferior o a través de cirugía laparoscópica.
La recuperación es relativamente rápida y el paciente puede dejar el hospital en 2 o 3 días, y permanecer en reposo unos días más en casa hasta recuperarse totalmente.