Varicela, ¿cómo tratarla?

La varicela es una infección viral altamente contagiosa que se manifiesta como una erupción de pequeñas manchas que producen picazón.

La varicela se transmite a través de diminutas gotas expulsadas por la boca cuando una persona tose o estornuda y que contienen el virus varicela zoster, o mediante el contacto directo con la piel. Generalmente ocurre en niños menores de 10 años y el periodo de incubación es de 10 a 21 días. 

La persona que ha tenido varicela se vuelve inmune y, salvo en raras ocasiones, no puede volver a contraerla. Sin embargo, el mismo virus de la varicela zoster, que permanece inactivo en el cuerpo después de la infección inicial, puede reactivarse posteriormente causando herpes zóster.

¿Cuáles son los síntomas?

Por lo general no hay ningún síntoma antes de que aparezca el sarpullido. La varicela se reconoce fácilmente porque la erupción es muy característica. En raras ocasiones es necesario tomar una prueba de sangre para identificar el virus en el laboratorio.

En la mayoría de los casos, el niño tendrá de 250 a 500 ampollas pequeñas de color rosado. Después de algunos días, las ampollas se tornan grises y se convierten en costras. La mayoría de las ampollas originadas por la varicela no dejan cicatrices a menos que se infecten, esto puede pasar al rascarse. 

¿Cuál es el tratamiento para la varicela?

La principal dificultad de la varicela es calmar la intensa comezón, especialmente en los niños pequeños que suelen rascarse y pueden propagar aún más la infección, además de ocasionar la formación de cicatrices permanentes. 

Algunos tratamientos caseros como los baños tibios con un poco de bicarbonato de sodio o polvo de haba alcanforada, algunas lociones o cremas pueden aliviar la comezón. En algunos casos, el médico puede recetar el uso de antihistamínicos. 

Si se llegara a desarrollar una infección bacteriana es posible que se requieran antibióticos. Si se trata de un caso grave de varicela, el médico puede recetar un medicamento antiviral.

Complicaciones

Los niños generalmente se recuperan de la varicela sin problemas. En el caso de los adultos, la infección puede ser mucho más grave y en ocasiones mortal en personas con un sistema inmunológico débil. 

Una complicación que requerirá atención médica de inmediato es la encefalitis, una infección viral  en el cerebro que, aunque no es muy frecuente, se puede manifestar después de haber tenido varicela o incluso 1 o 2 semanas después. La encefalitis puede causar dolor de cabeza intenso, inestabilidad o convulsiones.

La neumonía causada por el virus es otra complicación grave que puede afectar a los recién nacidos o a las personas con sistema inmunológico débil.

El síndrome de Reye es una complicación rara que provoca hinchazón en el cerebro e hígado. Puede afectar principalmente a niños y adolescentes que toman aspirina cuando tienen varicela. 

Prevención

La mejor forma de prevenir la varicela es mediante la vacuna, la cual puede prevenir la enfermedad por completo o hacer que sus síntomas sean más leves. Se recomienda que a todos los niños de entre 12 y 15 meses de edad se les aplique esta vacuna. De igual forma se puede administrar anticuerpos contra el virus de la varicela a las personas que no se hayan vacunado nunca  y pueden tener riesgo de complicaciones, por ejemplo si su sistema inmunológico es deficiente.

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