La encefalitis es una inflamación del cerebro generalmente desencadenada por una infección viral, aunque también pueden tener otras causas, como una infección bacteriana.
Aunque su descripción puede imponer bastante, la mayoría de los casos no son graves. La encefalitis suele estar provocada por tres grupos diferentes de virus. Uno de ellos es el grupo de los virus del herpes, que incluye el virus de la varicela, el virus Epstein-Barr (que provoca la mononucleosis) y el virus del herpes simple (el virus que provoca las pupas labiales).
Algunos casos de encefalitis son leves y sus síntomas duran poco. No obstante, es posible desarrollar una encefalitis grave que puede llegar a poner en peligro la vida del paciente. Cuando una persona tiene encefalitis, significa que tiene el cerebro inflamado e irritado.
¿Es contagiosa?
La encefalitis es contagiosa en función del virus que la haya provocado. El hecho de que una persona contraiga una infección vírica que puede desembocar en una encefalitis no significa que vaya a desarrollar automáticamente esta condición. De hecho, muy pocas personas infectadas con alguno de los virus que puede provocar encefalitis acaban desarrollando esta afección.
Signos y síntomas
Los síntomas iniciales de la encefalitis son: fiebre, dolor de cabeza, rigidez de cuello, dolor, malestar general, fatiga, debilidad e irritabilidad. Conforme empeora el paciente puede estar confuso o desorientado, así como presentar:
- Sensibilidad a la luz
- Náuseas y vómitos
- Dificultad para despertarse o pérdida de la conciencia
- Convulsiones
¿Cómo se diagnostica y se trata?
Los médicos pueden solicitar un análisis de sangre, así como una punción lumbar para analizar una muestra de líquido cefalorraquídeo, que es el fluido que rodea al cerebro y la médula espinal, para detectar o descartar la presencia de virus o bacterias.
También es posible que el médico solicite alguna prueba de diagnóstico por imagen, como una resonancia magnética (RM) y/o una tomografía computarizada (TC) a fin de identificar posibles indicios de inflamación cerebral. Asimismo puede solicitar un electroencefalograma (EEG), una prueba consistente en registrar las ondas cerebrales, a fin de detectar posibles anomalías consistentes con encefalitis.
El tratamiento de la encefalitis depende del virus o germen que la haya provocado. Los pacientes con encefalitis leve se pueden recuperar en casa, siempre bajo supervisión. La mayoría de casos de encefalitis siguen su curso y se resuelven solos sin necesidad de tratamiento especial, aunque algunos necesitan medicamentos.
Los casos graves de encefalitis pueden requerir atención hospitalaria para poder controlar atentamente la evolución del paciente y, en caso necesario, aplicar los tratamientos adecuados. Para las personas que han padecido encefalitis grave que ha dejado secuelas en algunas funciones cerebrales, es posible que el médico recomiende fisioterapia como tratamiento de rehabilitación.
Prevención
La mejor forma de prevenir la encefalitis es evitar infectarse en primer lugar por el virus o gérmenes que la pueden provocar: lavarse las manos regularmente ayuda a limitar la propagación de algunos de estos gérmenes.
Mantenerse lo más sano posible con una dieta equilibrada (haciendo ejercicio regularmente) y descansando lo suficiente ayuda a mantener en forma el sistema inmunitario. Las vacunas también son una buena forma de protegerse contra enfermedades como la varicela y la rubéola.
La encefalitis es una condición seria que puede tener consecuencias significativas en la salud neurológica. La comprensión de sus causas y efectos es crucial para la prevención, el diagnóstico temprano y el tratamiento efectivo, proporcionando así la mejor oportunidad para una recuperación exitosa.