En el 99% de los casos de acromegalia se debe a la secreción exagerada de la hipófisis, hormona del crecimiento, debido a un tumor benigno.
El crecimiento anormal de manos, pies, cara, mandíbula y ojos puede ser consecuencia de una enfermedad endocrina conocida como acromegalia, que de no detectarse a tiempo puede ocasionar severos daños, como diabetes e hipertensión arterial.
Su prevalencia en el mundo es de apenas 30 a 40 casos por cada millón de habitantes. La causa: exceso de la producción de la hormona de crecimiento. Se denomina acromegalia si este crecimiento ocurre en la vida adulta; si se presenta en la pubertad, se califica como gigantismo.
Síntomas
Los síntomas más frecuentes de la acromegalia son severos dolores de cabeza, articulaciones y músculos, así como fatiga intensa y deformación física por el crecimiento anormal de pies, manos, lengua, cabeza, mandíbula y cráneo.
Un paciente acromegálico enfrenta mayor probabilidad de sufrir infarto al miocardio, así como enfermedades cerebrovasculares, mejor conocidas como embolias, problemas neurológicos, artritis degenerativa y apnea del sueño; además de cáncer de colon, recto, mama y próstata.
Diagnóstico y tratamiento
Primero se deben hacer exámenes bioquímicos para determinar el nivel de la hormona de crecimiento en sangre. Después se efectúan estudios de imagen como resonancia magnética. A pesar de ser incurable, mientras más temprano se detecte, las expectativas de calidad de vida son mayores.
En etapas tempranas, la acromegalia se puede controlar a través de medicamentos. Otra alternativa es la cirugía. El tratamiento depende de las características de la enfermedad.