Hay casos en los que el sentido del gusto se altera y no se puede percibir el sabor real del alimento, a esto se le denomina hipogeusia.
Las causas de la hipogeusia son muy diversas y suelen estar asociadas a lesiones en la boca o lengua (donde se localizan las papilas gustativas), a afecciones del tracto respiratorio alto (catarros, pólipos nasales, etc.) y a tumores localizados en la boca, el cuello o la cabeza y sus distintos tratamientos.
Asimismo, el consumo de diversos fármacos puede afectar a la agudeza del gusto, como la fenitoína, la colestiramina o el metotrexato.
Envejecimiento y disminución del gusto
A partir de los 60 años se puede presentar un deterioro de las funciones de los sentidos del gusto y del olfato, ya que conforme pasan los años se van atrofiando las papilas gustativas, lo que genera que se altere el gusto y haya una mayor apetencia de alimentos dulces o salados. A esto se suma que muchas personas mayores utilizan dentadura postiza, factor que también interfiere en la sensación que produce saborear los alimentos.
Estas circunstancias pueden influir de manera notable en el interés de las personas mayores hacia el consumo de alimentos y les puede generar pérdida de apetito. De ahí que sea esencial modificar la dieta, la elaboración de los platillos y su presentación para que estos resulten más apetecibles. También condimentar los alimentos con especias y hierbas aromáticas durante su preparación puede ser una buena opción, ya que ayuda a realzar su sabor.
Otros trastornos del gusto
- Ageusia: Es la incapacidad de detectar cualquier sabor. Puede ser provocada por infecciones virales, cáncer o derrame cerebral, traumatismo craneoencefálico, infección de los senos paranasales o si está bajo tratamiento de quimioterapia.
- Disgeusia: También conocida como percepción fantasma del gusto, este trastorno consiste en tener la sensación de un mal sabor persistente en la boca, el cual puede ser salado, rancio o metálico.
Para diagnosticar la hipogeusia o cualquier otro trastorno del gusto es necesario acudir con un médico especializado en trastornos del oído, nariz y garganta, quien realizará una serie de pruebas y brindará un tratamiento preciso, en caso de requerirlo.
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