El parkinson es una enfermedad neurodegenerativa crónica que afecta al movimiento de las personas debido a que el cerebro no produce suficiente dopamina. Por lo general se presenta alrededor de los 60 años de edad, aunque puede aparecer antes. Afecta más a los hombres que a las mujeres.
“La disminución de dopamina en el cerebro es la causa para que aparezcan los diversos síntomas de esta enfermedad, que incluye: temblores, rigidez muscular y bradicinesia, así como un amplio espectro de síntomas no motores, como hiposmia, insomnio, ansiedad, depresión, alteraciones del ánimo, fatiga y estreñimiento”, comenta la Dra. Rosalía Zerón Martínez, neuróloga con Alta Especialidad en Parkinson y Trastornos del Movimiento del Hospital Angeles Santa Mónica.
Y añade: “La dopamina es una sustancia química implicada en los circuitos neuronales y sus niveles insuficientes afectan el movimiento muscular. Hoy día no existe una cura definitiva del parkinson, pero sí estrategias que estimulan la producción continua de dopamina, lo que puede mejorar los síntomas y calidad de vida de los pacientes”.
¿A quién afecta más?
El parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común: la presentan entre 1 y 2 personas por cada 1,000, y afecta al 1% de la población mayor de 60 años. La edad avanzada es la principal causa.
“Asimismo pueden intervenir factores ambientales y genéticos; por ejemplo: la exposición a ciertos productos químicos, virus, bacterias y algunos metales pesados, debido a que estos pueden causar la muerte de las neuronas que producen dopamina. En tanto que, a pesar de que se han localizado mutaciones genéticas que pueden causar el parkinson, es raro que se transmita de padres a hijos”, acota.
Síntomas del parkinson
Los síntomas de esta enfermedad pueden variar y agudizarse con el tiempo, ya que es un trastorno progresivo. Se pueden presentar dificultades para caminar o efectuar labores simples. Asimismo puede generar depresión, trastornos del sueño o problemas para hablar o masticar.
Los temblores característicos del parkinson suelen iniciar en una extremidad, en la mano o dedos, incluso en reposo. En tanto, la rigidez muscular se puede presentar en cualquier parte del cuerpo y provocar dolor y limitación de movimiento. Además, la postura se puede volver encorvada y tener problemas de equilibrio.
También se puede reducir la capacidad de efectuar movimientos como parpadear, mover los brazos al caminar o sonreír. Asimismo, esta enfermedad conlleva hablar despacio o deprisa, así como ralentizar actividades cotidianas como levantarse de una silla o caminar.
“La mayoría de estos síntomas son progresivos y su evolución afecta la calidad de vida de las personas, así como a la familia del paciente”, advierte la especialista.
Diagnóstico
La detección temprana y el inicio del tratamiento es de suma importancia. Existen varias opciones de tratamiento para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes, desafortunadamente ninguno es capaz de detener o modificar la progresión de la enfermedad.
Los tratamientos, menciona la neuróloga, pueden ser farmacológicos, enfocados en controlar los síntomas. Asimismo existe la opción de la estimulación cerebral profunda, que consiste en la implantación de electrodos en ciertas áreas del cerebro y la aplicación de pulsos eléctricos para modular la actividad neuronal anormal asociada con la enfermedad. “Esta técnica ha demostrado ser eficaz en el control de los síntomas motores en casos de pacientes con Parkinson avanzado”.
“Esta opción de tratamiento la realizamos en la Clínica de Enfermedad de Parkinson y Trastornos del Movimiento del Hospital Ángeles Santa Mónica, donde tras una valoración exhaustiva, evaluaciones neuropsicológicas pertinentes y el consenso de un equipo multidisciplinario, conformado por especialistas reconocidos en neurología, neurocirugía y neuropsicología, se toma la decisión de realizar esta opción de tratamiento”, concluye la doctora.
Calidad de vida
La evolución y pronóstico del tratamiento para el parkinson dependerá de diversos factores, como la edad, fase de la enfermedad, patologías asociadas y síntomas. Asimismo, la respuesta a la medicación y al tratamiento no farmacológico, que puede incluir rehabilitación fisioterapéutica, psicológica y ocupacional, será determinante en la calidad de vida del paciente.