La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) es un término que engloba un grupo de trastornos crónicos del tracto gastrointestinal caracterizados por la inflamación prolongada del sistema digestivo.
Las dos formas principales de EII son la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, ambas con síntomas similares, pero que afectan diferentes áreas del intestino y tienen características distintas. Estas enfermedades pueden causar dolor, malestar y afectar la calidad de vida de quienes las padecen.
Tipos de enfermedad inflamatoria intestinal
Las dos formas más comunes de EII son:
- Colitis ulcerosa: Esta enfermedad afecta el colon (intestino grueso) y el recto. La inflamación se limita a la capa más interna del intestino y tiende a ser continua, afectando el área afectada de forma constante, comenzando generalmente en el recto y extendiéndose hacia el colon.
- Enfermedad de Crohn: Puede afectar cualquier parte del tracto digestivo, desde la boca hasta el recto, aunque con mayor frecuencia compromete el intestino delgado y el colon. A diferencia de la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn puede afectar múltiples capas de la pared intestinal y aparece de manera intermitente, con áreas sanas intercaladas entre las zonas inflamadas.
Causas de la enfermedad inflamatoria intestinal
La causa exacta de la EII aún no se comprende completamente, pero se cree que resulta de una combinación de factores:
- Factores genéticos: Las personas con antecedentes familiares de EII tienen un mayor riesgo de desarrollarla, lo que sugiere un componente genético significativo.
- Sistema inmunológico: Se cree que la EII puede ser el resultado de una respuesta inmunitaria anormal. En personas con EII, el sistema inmunológico ataca por error las células del tracto digestivo, desencadenando la inflamación crónica.
- Factores ambientales: La exposición a ciertos factores ambientales, como infecciones, dieta, uso de antibióticos o fumar, puede contribuir al desarrollo o empeoramiento de la EII.
- Desequilibrio microbiano: La composición de la microbiota intestinal, que incluye bacterias y otros microorganismos que viven en el intestino, puede desempeñar un papel importante. Se ha observado que las personas con EII tienen desequilibrios en su microbiota intestinal, lo que podría contribuir a la inflamación.
Síntomas de la enfermedad inflamatoria intestinal
Los síntomas de la EII pueden variar en gravedad y cambiar con el tiempo, con periodos de remisión (sin síntomas) y brotes (episodios de síntomas intensos). Los síntomas más comunes incluyen:
- Dolor abdominal y calambres, que pueden ser intensos.
- Diarrea crónica, a menudo con sangre en el caso de la colitis ulcerosa.
- Pérdida de peso involuntaria, debido a la malabsorción de nutrientes.
- Fatiga y cansancio extremo.
- Pérdida de apetito.
- Fiebre durante los brotes inflamatorios.
- Sangrado rectal en los casos de colitis ulcerosa.
- Urgencia para defecar, a veces acompañada de la incapacidad de evacuar completamente.
Además, algunos pacientes pueden desarrollar síntomas fuera del tracto digestivo, conocidos como manifestaciones extraintestinales, que pueden afectar las articulaciones, la piel, los ojos y el hígado.
Complicaciones de la enfermedad inflamatoria intestinal
Sin un manejo adecuado, la EII puede generar complicaciones graves:
- Obstrucción intestinal: Especialmente en la enfermedad de Crohn, las áreas inflamadas pueden estrecharse y obstruir el intestino, lo que podría requerir cirugía.
- Fístulas: Son conexiones anormales entre diferentes partes del intestino o entre el intestino y otros órganos, una complicación frecuente en la enfermedad de Crohn.
- Abscesos: La inflamación crónica puede llevar a la formación de acumulaciones de pus (abscesos), lo que puede requerir drenaje.
- Perforación intestinal: En casos graves, una perforación en la pared del intestino puede causar peritonitis, una infección potencialmente mortal.
- Riesgo de cáncer colorrectal: Las personas con EII, especialmente aquellas con colitis ulcerosa de larga duración, tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
- Desnutrición: La mala absorción de nutrientes puede provocar deficiencias nutricionales, lo que lleva a la pérdida de peso, anemia y otros problemas de salud.
Diagnóstico de la enfermedad inflamatoria intestinal
El diagnóstico de la EII puede ser complejo, ya que los síntomas pueden parecerse a los de otras afecciones gastrointestinales. Para confirmar el diagnóstico, los médicos suelen realizar una combinación de las siguientes pruebas:
- Análisis de sangre: Se buscan signos de inflamación, como niveles elevados de proteína C reactiva (PCR) o velocidad de sedimentación globular (VSG). También se puede detectar anemia o deficiencia de nutrientes.
- Análisis de heces: Estas pruebas ayudan a detectar la presencia de sangre oculta en las heces y a descartar infecciones u otros problemas gastrointestinales.
- Endoscopia y colonoscopia: Estas pruebas permiten observar directamente el interior del intestino mediante un tubo flexible con una cámara. Durante estos procedimientos, se pueden tomar biopsias del tejido intestinal para confirmar la inflamación y descartar otras causas.
- Imágenes por resonancia magnética o tomografía computarizada: Se utilizan para evaluar el tracto digestivo en busca de complicaciones como abscesos, fístulas u obstrucciones.
Tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal
El tratamiento de la EII se centra en reducir la inflamación, controlar los síntomas y prevenir complicaciones. No existe una cura definitiva, pero con el tratamiento adecuado, es posible mantener la enfermedad bajo control y mejorar la calidad de vida. Las opciones de tratamiento son:
- Medicamentos antiinflamatorios: Los más comunes son los derivados de la aminosalicilatos (5-ASA), que ayudan a reducir la inflamación intestinal.
- Corticosteroides: Estos medicamentos potentes se utilizan para tratar los brotes graves de la enfermedad, pero no se recomiendan a largo plazo debido a sus efectos secundarios.
- Inmunomoduladores: Ayudan a suprimir el sistema inmunológico para evitar la inflamación continua.
- Terapias biológicas: Estos medicamentos, como los inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF), se dirigen a moléculas específicas del sistema inmunológico que causan inflamación.
- Antibióticos: En algunos casos, se utilizan para tratar infecciones o complicaciones como abscesos.
- Cirugía: En casos de complicaciones graves, como obstrucciones, perforaciones o fístulas, puede ser necesaria la cirugía para extirpar las partes afectadas del intestino. En personas con colitis ulcerosa grave, la cirugía puede implicar la extirpación total del colon (colectomía).
- Dieta y cambios en el estilo de vida: Aunque no curan la EII, una dieta adecuada y el manejo del estrés pueden ayudar a aliviar los síntomas y prevenir brotes.
La enfermedad inflamatoria intestinal es un trastorno crónico que puede afectar gravemente la calidad de vida de quienes la padecen. Si bien no tiene cura, con el diagnóstico adecuado y el manejo médico correcto, es posible controlar los síntomas, reducir los brotes y evitar complicaciones.