La hernia discal es una condición en la que uno de los discos de la columna vertebral sufre un desgarro o abultamiento, permitiendo que el material gelatinoso del interior del disco presione los nervios cercanos.
Esta situación puede causar dolor, entumecimiento y debilidad, especialmente en la zona lumbar (parte baja de la espalda) o cervical (cuello). El tratamiento para la hernia discal depende de varios factores, como la gravedad de los síntomas, el lugar donde se encuentra la hernia y la respuesta del paciente a las terapias iniciales.
Tipos de tratamiento para la hernia discal
Existen múltiples opciones de tratamiento, que se dividen en enfoques no quirúrgicos y quirúrgicos. La mayoría de los casos de hernia discal pueden tratarse sin cirugía, y esta se considera solo cuando los síntomas persisten o empeoran a pesar de otros tratamientos.
1. Tratamientos no quirúrgicos
Los tratamientos conservadores y no quirúrgicos suelen ser la primera opción para manejar los síntomas de la hernia discal:
- Reposo y modificación de actividades: Reducir o modificar las actividades que agravan el dolor puede ayudar a aliviar la presión sobre la hernia y permitir que el cuerpo comience a sanar. Sin embargo, se recomienda evitar el reposo absoluto prolongado, ya que esto puede debilitar los músculos de la espalda.
- Medicamentos:
- Analgésicos y antiinflamatorios no esteroides (AINEs): Algunos medicamentos pueden ayudar a reducir la inflamación y el dolor.
- Relajantes musculares: Pueden recetarse si hay espasmos musculares asociados.
- Medicamentos neuromoduladores: Pueden ayudar a reducir el dolor neuropático si el nervio está comprimido.
- Fisioterapia: La fisioterapia es fundamental para fortalecer los músculos de la espalda y mejorar la flexibilidad, lo que ayuda a reducir el dolor y a evitar futuras hernias. Los fisioterapeutas pueden diseñar programas de ejercicio específicos que incluyan:
- Ejercicios de estiramiento: Para mejorar la flexibilidad y reducir la presión sobre la hernia.
- Ejercicios de fortalecimiento: Se enfocan en los músculos de soporte de la columna, especialmente los del abdomen y la espalda baja.
- Entrenamiento de postura y ergonomía: Para evitar movimientos y posturas que aumenten el riesgo de empeorar la hernia.
- Inyecciones de esteroides: Si el dolor es severo y no responde a otros tratamientos, una inyección epidural de corticosteroides en la zona afectada puede reducir la inflamación y aliviar el dolor. Este tipo de tratamiento no es curativo, pero puede brindar un alivio temporal que permita iniciar o continuar con fisioterapia.
2. Tratamientos quirúrgicos
La cirugía suele considerarse solo cuando los síntomas son severos y persistentes, y el tratamiento conservador no ha sido efectivo después de varios meses. Existen diversas opciones quirúrgicas para la hernia discal:
- Microdiscectomía: Es el tipo de cirugía más común para tratar la hernia discal lumbar. Se realiza a través de una incisión pequeña en la espalda para extraer el fragmento herniado del disco que está presionando el nervio. Es una cirugía de mínima invasión y tiene un alto índice de éxito en el alivio del dolor ciático.
- Laminectomía: Este procedimiento implica la remoción de una pequeña porción del hueso (lámina) que cubre la médula espinal y los nervios. Al aliviar la presión sobre los nervios, se puede reducir el dolor y otros síntomas.
- Fusión vertebral: Si la hernia ha causado daño significativo al disco o la columna presenta una inestabilidad, el cirujano puede recomendar la fusión de dos vértebras. Este procedimiento implica unir dos o más vértebras para estabilizar la columna, y aunque es eficaz en algunos casos, reduce la flexibilidad en esa área de la columna.
- Disc replacement (reemplazo de disco): Es una técnica en la que se reemplaza el disco dañado con un implante artificial. Este procedimiento no es tan común como la microdiscectomía o la fusión vertebral y suele realizarse solo en pacientes específicos.
Recuperación y rehabilitación
La recuperación tras el tratamiento de la hernia discal, ya sea conservador o quirúrgico, incluye un programa de rehabilitación gradual para restaurar la función y reducir el riesgo de una recaída. Los componentes clave de la rehabilitación son:
- Ejercicio de bajo impacto: Actividades como caminar, nadar y ejercicios de estiramiento pueden ayudar a mejorar la circulación, la fuerza y la flexibilidad sin estresar excesivamente la columna.
- Fisioterapia: Continuar con la fisioterapia bajo supervisión profesional es fundamental para mejorar la fuerza y la estabilidad de la espalda.
- Cuidado postural y ergonomía: Es importante aprender y aplicar técnicas adecuadas para sentarse, levantar objetos y realizar actividades diarias sin afectar la columna vertebral.
Prevención de futuras hernias discales
Para reducir el riesgo de desarrollar otra hernia discal, es útil adoptar hábitos de vida saludables:
- Mantener un peso saludable para reducir la carga sobre la columna vertebral.
- Practicar una buena postura y usar técnicas de levantamiento seguras para evitar tensiones innecesarias.
- Hacer ejercicio regularmente, con enfoque en fortalecer el core y mejorar la flexibilidad.
- Evitar el sedentarismo prolongado y alternar entre actividades para reducir el estrés en la columna.
La hernia discal es una condición que, en la mayoría de los casos, puede tratarse eficazmente sin cirugía mediante cambios en el estilo de vida, medicamentos y fisioterapia. Sin embargo, si los síntomas persisten o empeoran, la cirugía puede ser una opción efectiva. Con el tratamiento y la rehabilitación adecuados, la mayoría de los pacientes pueden retomar sus actividades normales y prevenir futuras lesiones en la columna.