La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante el estrés o situaciones que percibimos como amenazantes. Sin embargo, cuando se vuelve persistente, excesiva e interfiere con la vida diaria, puede ser un trastorno de ansiedad.
Los síntomas de la ansiedad pueden variar de una persona a otra, pero algunos de los más comunes, son:
- Preocupación excesiva: Pensamientos persistentes y excesivos sobre situaciones futuras, a menudo relacionados con problemas de trabajo, salud, relaciones o eventos cotidianos.
- Inquietud o nerviosismo: Sensación constante de estar agitado, inquieto o tenso.
- Fatiga: Cansancio extremo y falta de energía, incluso después de un buen descanso.
- Dificultad para concentrarse: Problemas de concentración o encontrarse con la mente divagando constantemente.
- Irritabilidad: Respuestas emocionales intensas y reacciones irritables ante situaciones cotidianas.
- Tensión muscular: Contracción muscular y sensación de rigidez, a menudo acompañadas de dolores de cabeza o molestias en el cuerpo.
- Problemas de sueño: Dificultad para conciliar el sueño, permanecer dormido o experimentar un sueño reparador.
- Inquietud: Incapacidad para relajarse, sentirse inquieto o nervioso.
- Síntomas físicos: Palpitaciones, sudoración, temblores, mareos, problemas gastrointestinales u otros síntomas físicos.
- Evitar actividades o situaciones que puedan desencadenar ansiedad.
Es importante considerar que la ansiedad se puede manifestar de distintas maneras en cada persona. Además, estos síntomas pueden variar en intensidad a lo largo del tiempo.
Si experimentas síntomas de ansiedad de manera persistente y afectan tu calidad de vida, es recomendable buscar ayuda especializada para recibir un diagnóstico adecuado y opciones de tratamiento.