La incontinencia anal presenta una elevada incidencia entre la población que, a menudo, no acude con un especialista por vergüenza. Los síntomas pueden variar: desde pequeños escapes involuntarios de gases, hasta la pérdida sin control de heces.
La incontinencia anal se puede definir como “la pérdida de la función de los músculos del ano que hace que el paciente presente escape o salida de materia fecal, gas o líquido de manera involuntaria”, afirma el Dr. Eduardo Villanueva Saénz, gastroenterólogo del Hospital Angeles Pedregal
Este padecimiento ocurre con más frecuencia de lo que la gente piensa; sin embargo, debido a la incomodidad que causa, los pacientes no lo comentan abiertamente, por lo que el especialista debe efectuar un interrogatorio exhaustivo para establecer su presencia.
La incontinencia anal se suele manifestar con mayor recurrencia en mujeres, secundario a embarazos y partos; “asimismo se asocia a la utilización de fórceps (instrumento médico que sirve para retirar a un feto cuando la madre no tiene fuerza para expulsarlo)”, comenta el especialista.
Otras causas
La incontinencia anal puede tener diversas causas. Se puede presentar si el músculo del esfínter sufre daño durante una operación de hemorroides, fístulas, abscesos o malformaciones congénitas, por ejemplo. Otra causa común es el daño de los nervios que controlan los músculos del ano, lo cual se puede originar por enfermedades como diabetes, tumores de la columna vertebral y esclerosis múltiple.
Asimismo se puede originar por traumas ocasionados por fuertes caídas o accidentes automovilísticos. “La incontinencia urinaria también puede ser un signo de que el paciente en un futuro puede presentar incontinencia anal, debido a la debilidad de los músculos de la pelvis”, advierte.
Síntomas
El principal síntoma es la salida de gases, líquido o materia fecal a través del ano de manera no voluntaria por el paciente. El experto comenta que “las personas que presentan esta situación una o dos veces por semana, que tienen que utilizar dispositivos como pañal, algodón o tapones para no manchar la ropa, deben buscar atención médica”.
Y agrega: “Por la vergüenza que genera, los pacientes difícilmente admiten que presentan este tipo de problema, lo que dificulta su diagnóstico y, por consiguiente, aumenta su grado de afectación”.
Existen tres categorías de la incontinencia anal:
- Leve: dificultad para controlar gases (flatulencias) y líquidos (escurrimientos de secreciones fecales a través del ano).
- Moderada: incontinencia total de líquidos, es decir, se presentan accidentes ante diarreas o heces inconsistentes.
- Severa: incontinencia total de gases, líquidos y heces sólidas.
Diagnóstico
La valoración y diagnóstico de esta patología comienza con la realización de una minuciosa historia clínica, así como de una exploración física para detectar indicios. En caso necesario, se efectúa un ultrasonido endoanal que consiste en la introducción en el canal anal de un dispositivo rígido o flexible, con un ecógrafo en la punta, para rastrear el anillo muscular esfinteriano y determinar si existe algún tipo de lesión.
Asimismo se requiere valorar la función contráctil muscular mediante la manometría anal, en la que se introduce por el canal anal una fina sonda conectada a un sensor de presiones y a un sistema computarizado para efectuar un análisis. Además de una electromiografía anal para probar el funcionamiento de los nervios mediante impulsos eléctricos, con la finalidad de estimular los músculos y probar su capacidad de reacción.
Tratamiento
Una vez determinada la causa y severidad de la incontinencia, se puede establecer el tratamiento. Para los casos menores y no complejos, se puede iniciar el tratamiento con medidas dietéticas y medicamentos que disminuyan la motilidad intestinal. En otros casos puede ser necesario reentrenar los músculos del ano, lo cual puede ayudar al paciente a determinar el tiempo en que las heces están listas para ser evacuadas y aumentar la contracción de la musculatura anal.
El reentrenamiento, comenta el experto, es una técnica bien tolerada por el paciente, ya que él mismo se introduce un dispositivo dentro del ano, extrae el cable a través de su ropa y se sienta cómodamente (durante 45 minutos aproximadamente). Conforme transcurren las sesiones (3 o 5, según el caso) el paciente se motiva al observar que la fuerza de su musculatura anal se incrementa.
Además el paciente recibe el apoyo de un terapeuta, quien le enseña a corregir algunas situaciones por medio de ejercicios especiales; “no se trata solamente de contraer y aflojar el ano, existen técnicas concretas para cada caso. Muchos de estos pacientes logran un adecuado control del esfínter sin necesitar otro tratamiento”, menciona el Dr. Villanueva.
Si la incontinencia persiste, el paciente puede requerir tratamiento quirúrgico que se realiza por método tradicional y necesita de cuidados especiales, ya que se trata de una zona muy sensible. “Una vez que haya transcurrido el periodo de cicatrización (4 o 6 semanas), el paciente debe continuar con el reentrenamiento de su musculatura anal, con lo que se puede lograr la mejoría hasta del 80% de los síntomas”.
Aislamiento social
La principal complicación es el aislamiento social del paciente, lo que merma su calidad de vida; sin embargo, también se puede presentar inflamación del vientre o rozaduras provocadas por la descarga de materia fecal. Las mujeres pueden tener repetidas infecciones genitales o en vías urinarias.
“El abordaje multidisciplinario adecuado, por parte de cirujanos, terapeutas, radiólogos y gastroenterólogos, entre otros, puede ayudar a que el paciente mejore su condición; no existe ningún producto milagroso que desaparezca la incontinencia anal”, concluye el Dr. Villanueva.
En Hospital Angeles Health System contamos con especialistas en el manejo integral de la incontinencia anal, además de equipos avanzados para el diagnóstico y tratamiento de este problema.