¿Afición o adicción a los videojuegos? La primera duda que surge es saber dónde termina una y empieza la otra.
Aunque algunos expertos señalan que los videojuegos no son tan malos como se piensa, otros advierten que los niños pueden presentar, por ejemplo, problemas de conducta y cambios de carácter por esta adicción. La polémica está en el aire. Lo importante es conocer las consecuencias o beneficios de jugar con estos.
En los últimos años, los videojuegos se han convertido en la actividad preferida de ocio entre los jóvenes y niños, por tal motivo cada vez más profesionales de la salud se muestran preocupados por la adicción que pueden desarrollar. Este tipo de dependencia se caracteriza por la pérdida de autocontrol, que lleva al usuario a jugar de forma obsesiva.
Los expertos señalan que este pasatiempo no es malo, siempre y cuando se jueguen con medida y que su contenido sea el adecuado para la edad del niño. Para ello, los padres deben limitar los tiempos y seleccionar los temas de estos. No se recomienda su uso continuo por más de una hora, indican algunos instructivos de estos aparatos, a esto se le podría agregar: “y de preferencia no se utilice todos los días”.
El exceso perjudica
Toda actividad que se practica en exceso es dañina y los videojuegos no son la excepción. Algunas señales de su dependencia son cuando el niño pasa la mayoría del tiempo en la casa, en su cuarto, sin salir a comer o ir al baño por no interrumpir esta actividad. Quiere estar todo el tiempo jugando. Existen casos en los que el menor despierta a medianoche y comienza a jugar, alterando sus horas de descanso y disminuyendo su capacidad física para sus actividades cotidianas.
Entre los síntomas de esta adicción, se incluyen: la incapacidad para dejar la actividad, problemas con los estudios, dolores de muñeca, ojos secos, descuido de la higiene personal o trastornos del sueño.
Durante esas horas de juego, el niño experimenta diferentes estados de ánimo, como: ansiedad, desesperación, angustia y nerviosismo, los cuales no llegan a ser graves, sin embargo, el problema de conducta se manifiesta cuando son obligados a dejar esa actividad. Lo más preocupante es que ahora los niños empiezan a jugar más jóvenes, alrededor de los cinco años, por lo que los padres deben estar bien informados sobre las complicaciones que pueden acarrear.
En los casos más graves podemos hablar de una verdadera adicción que se caracteriza por un interés compulsivo, que puede hacer que el niño permanezca entretenido horas enteras frente a un televisor o una computadora en lugar de realizar actividades al aire libre, lo que conlleva a un sedentarismo y, por consiguiente, a incrementar las posibilidades de obesidad.
En algunos casos esta adicción desmesurada puede provocar estrés, fatiga ocular y, debido a malas posturas corporales, dar lugar a dolores musculares e incluso originar problemas más serios.
En contra
Existen múltiples casos que implican a los videojuegos de originar problemas familiares, y es que, comentan los especialistas, una de las características de esta adición es el alejamiento de la vida social, lo que les puede generar soledad, introversión e irritabilidad. Sin embargo, la mayoría de los fanáticos, según estudios, afirman que podrían dejar de jugar si lo desearan y en general niegan su dependencia. Pero la realidad vislumbra lo contrario.
También se acusa a los videojuegos de fomentar la violencia, otro punto polémico. Según un estudio realizado en la Universidad de Harvard, el 90% de los juegos obliga a los participantes a matar o herir para ganar puntos. No obstante, para algunos usuarios está claro que se trata sólo de un juego, el cual les permite experimentar la transgresión de las normas.
Así Axel, de 12 años, comenta que los videojuegos no solo son divertidos, sino que enseñan lecciones valiosas: “Veo que los malos siempre terminan mal, en la cárcel, así que yo no haría eso. Uno de mis personajes favoritos, un detective secreto, arresta ladrones armados antes de que asalten un banco”.
Sin embargo, para evitar que los menores tengan acceso a títulos violentos, los pedagogos insisten en concientizar a los padres en su papel de educadores responsables de la selección del videojuego acorde al contenido, edad y preferencias de sus hijos.
A favor
No se trata de prohibir los videojuegos, lo que sería contraproducente. Estos también tienen su lado positivo, por ejemplo: algunos videojuegos representan un reto constante para los usuarios que, además de observar y analizar el entorno, deben asimilar y retener información, realizar razonamientos inductivos y deductivos, aplicar estrategias y desarrollar habilidades psicomotrices; además, el jugador se ve obligado a tomar decisiones y ejecutar acciones continuamente.
Asimismo, el logro de los objetivos puede aumentar la autoestima y, muchas veces, la liberación de tensiones, así como un reconocimiento social por parte de sus colegas, lo que refuerza los lazos de pertenencia al grupo, ya que los usuarios buscan compañía para jugar, intercambiar puntos de vistas, trucos y, sobre todo, diversión.
Lo más recomendable es integrar a los videojuegos como otra actividad más en la vida de los jóvenes y niños, como puede ser jugar futbol o leer, pues los videojuegos se pueden convertir en algo negativo cuando estos se tornan como la actividad central del día.