El estrés es un fenómeno fisiológico normal que emite el organismo ante estímulos percibidos como amenazantes. Por eso, nos ayuda a reaccionar frente a situaciones del entorno.
El estrés negativo o distrés aparece cuando el organismo no es capaz de adaptarse a la situación. Se produce una ansiedad desmesurada, acompañada de incapacidad para centrarse eficazmente en las tareas.
Cuando se nos exige más de lo que somos capaces de responder en ese momento, podemos bloquearnos de tal manera que no podamos realizar tareas sencillas que apenas representan dificultad.
Fases del estrés
El estrés no aparece de manera repentina, se considera que existen tres fases.
- Fase de alarma: Al momento de enfrentarnos a una situación difícil o nueva, nuestro cerebro analiza los nuevos elementos, los compara recurriendo a la memoria y si entiende que no disponemos de energía para responder, envía órdenes para que el organismo libere adrenalina. El cuerpo se prepara para responder, aumentando la frecuencia cardiaca y la presión arterial.
- Fase de resistencia: El individuo se mantiene activo mientras dura la estimulación y aunque aparecen los primeros síntomas de cansancio, sigue respondiendo bien. Cuando la situación estresante cesa, el organismo vuelve a la normalidad.
- Fase de agotamiento: Si la activación, los estímulos y demandas no disminuyen, el nivel de resistencia termina por agotarse, apareciendo de nuevo la alarma. Se comienzan a sufrir problemas físicos y psíquicos.
Síntomas corporales del estrés
Además de las repercusiones psicológicas, el estrés también afecta nuestra salud física:
- Aparato digestivo: El estómago segrega más ácidos. Si la situación se mantiene, las paredes se terminan irritando. La sangre se desvía del estómago y se altera el proceso de la digestión. Las úlceras gástricas y la colitis ulcerosa están relacionadas con situaciones continuas de estrés.
- Aparato muscular: La tensión aparece en forma de contracturas en mandíbula, cuello, espalda o dolores en las piernas. Asimismo, puede ocasionar dolor de cabeza.
- Aparato respiratorio: La respiración se acelera y se vuelve entrecortada. Se tiene la sensación de que el aire no llena los pulmones.
- Sistema cardiovascular y locomotor: Se liberan adrenalina y noradrenalina, que hacen que el ritmo cardiaco y la presión sanguínea aumenten. Se produce una dilatación de los vasos sanguíneos y retención de líquidos.
- Piel: Aumento de la sudoración. Si el estrés es prolongado, pueden surgir patologías dermatológicas vinculadas a estados de ansiedad.
- Insomnio o sueño excesivo: El estrés prolongado afecta la calidad del sueño.
¿Cómo manejar el estrés?
Cuando los síntomas del estrés comienzan a perjudicar nuestra calidad de vida, causando sufrimiento psicológico, irritabilidad, descenso del rendimiento laboral o académico, dificultades de concentración, insomnio o visión pesimista de la realidad, debemos recurrir a un especialista.
No se puede huir permanentemente de las situaciones que producen estrés. Algunas veces hay que afrontarlas, y para ello existen herramientas como:
- Fármacos: Tranquilizantes o antidepresivos (siempre bajo prescripción médica), indicados para reducir la ansiedad. Son muy útiles si se complementan con otros tratamientos que ayudan a eliminar también las causas del estrés.
- Emplear técnicas de relajación: Técnicas que combinan la respiración profunda con la distensión de los músculos. Un cerebro bien oxigenado y que percibe el bienestar de la relajación muscular está mejor preparado para percibir positivamente la realidad problemática.
- Terapia cognitivo conductual: Ayudan a reestructurar el pensamiento del paciente para que aprenda a interpretar adecuadamente las situaciones que le producen malestar.
- Hidroterapia: Utiliza el agua para tratar determinadas patologías. Esta técnica ayuda a facilitar la respiración y reducir la ansiedad.
- Musicoterapia: Usa la música (normalmente, instrumental y sin estridencias) como elemento relajante.
Consejos para prevenir el estrés
- Dormir lo necesario (se recomienda de 7 a 8 horas diarias).
- Realizar actividad física, adaptada a la edad y condición de cada persona. Ayuda a liberar tensiones y facilita el aumento de endorfinas.
- Cuidar la alimentación.
- Organizar bien el tiempo. La precipitación, las prisas y la acumulación desordenada de tareas causan estrés.
- Separar el trabajo de la vida personal. No llevar trabajo a casa y aprender a olvidarse de él cuando no trabajamos.
- Hablar de nuestros problemas con gente de confianza alivia tensiones internas.
- Romper la monotonía: La rutina es un factor que acompaña a la tensión emocional y genera insatisfacción y aburrimiento. Se recomienda buscar cosas diferentes que hacer cada día.
El estrés es una realidad, y su manejo efectivo es fundamental para mantener una buena salud mental y física. Entender las causas, reconocer los efectos y adoptar estrategias saludables para enfrentar el estrés son pasos cruciales hacia una vida más equilibrada y plena.