La ingesta excesiva de grasas de origen animal, la obesidad, la herencia, el tabaquismo y los trastornos hormonales, son factores de riesgo para la formación de cálculos o piedras en la vesícula biliar, padecimiento que afecta más a la mujer que al hombre en proporción de cuatro a uno en edad productiva (entre los 30 y 50 años), con mayor incidencia a los 35 años.
Aunque algunos casos pueden ser asintomáticos, los cálculos vesiculares pueden causar dolor tipo cólico en la parte superior derecha del abdomen (zona hepática), una o dos horas después de haber abusado de los alimentos ricos en grasas.
La vesícula es un saco en forma de pera que sirve para guardar la bilis que produce el hígado, que consiste en un líquido espeso que coadyuva al proceso digestivo, sobre todo cuando se ingieren grasas. Por ello, el ataque agudo se presenta después de haber consumido este tipo de comida.
Es tan frecuente la presencia de piedras vesiculares que es una de las tres primeras causas de cirugía. Es un mito pensar que las personas que continuamente hacen corajes, sufren más de la vesícula biliar, pues realmente se desconoce la causa de este trastorno, por lo que no hay forma de prevenirlo, aunque sí de disminuir los riesgos: mantener una dieta baja en grasas, tener un peso adecuado y no fumar.
Para evitar complicaciones es importante acudir al médico si existe dolor en la zona hepática, ya que si no cesa, se acompaña de fiebre y de ictericia (piel de color amarillo), se puede convertir en una emergencia médica, debido a que si la bilis se disemina en el torrente sanguíneo se pone en riesgo la vida.
Riesgos de no atenderse
De no atenderse a tiempo y dejar que evolucione por varios años, existe un riesgo del 3% de que estas piedras sean la causa de un tumor maligno en la vesícula. No obstante, esta clase de cáncer es extremadamente rara, comparado con la incidencia de los cálculos vesiculares.
El diagnóstico se efectúa mediante una ecografía. El tratamiento para este tipo de cálculos consiste en extirpar de la vesícula mediante cirugía de mínima invasión (laparoscopia), lo que no deja ninguna consecuencia, ya que el aparato digestivo puede funcionar normalmente sin ella.