La piel es el órgano más grande de nuestro organismo, por lo que es sensible a las hormonas. De tal manera que vamos a encontrar receptores hormonales en la epidermis, dermis y anexos cutáneos (uñas, pelo, mucosas).
El embarazo conlleva ciertos cambios fisiológicos: en esta etapa las hormonas sexuales femeninas aumentan por la acción de la hormona coriogonadotropina placentaria, por lo que vamos a encontrar en la piel de algunas mujeres los efectos de este incremento hormonal, como son hiperpigmentación (oscurecimiento) y piel seca.
Aunque durante el embarazo aumenta la sudoración (excepto en las palmas de las manos y las plantas de los pies), también puede haber disminución del sebo de la piel durante los primeros seis meses, lo que ocasiona que algunas mujeres presenten lugares de piel seca, como son extremidades, abdomen y areolas del pezón; también lo vamos a encontrar en las uñas, que se vuelven más quebradizas, llevando esto a tener comezón en las zonas donde hay aumento de volumen, como las mamas y el abdomen, específicamente en donde se forman estrías.
Si la paciente embarazada padece una enfermedad como dermatitis atópica o psoriasis, la piel seca va a aumentar, por lo que puede haber algunos brotes de su enfermedad acompañada desde luego de aumento de comezón.
Por eso es importante que si tu estás embaraza, tengas o no un problema preexistente en la piel, uses cremas hidratantes o humectantes, bloqueadores solares, así como jabón neutro o para pieles sensibles; el baño es una vez al día y evita usar agua caliente.
Acné durante el embarazo
Durante el embarazo la secreción sebácea puede disminuir, lo que no ocurre en todas las mujeres, por lo tanto puede haber cierta mejoría en algunas y aumento de lesiones en otras.
Por eso es importante que las pacientes embarazadas que tienen acné y que están en tratamiento, lleven los siguientes cuidados:
- Uso de jabones neutros y protección solar, y suspender el uso de tratamientos para el acné por vía sistémica como son antibióticos y derivados de la vitamina A.
- Evitar el uso de cremas de tretinoína o ácido retinoico y solamente utilizar antibióticos tópicos como la clindamicina, eritromicina o peróxido de benzoilo.
Todo lo anterior debe ser indicado por un dermatólogo, quien decidirá el mejor tratamiento a seguir. Para cualquier duda, consulta a tu médico, quien te orientará sobre los productos óptimos para tu tipo de piel.
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